domingo, 17 de enero de 2010

Extraña.

Me siento extraña porque hacía mucho que no estaba nerviosa.
Y como dije ayer quizás ha sido el hecho de que hacía mucho que no tocaba otros labios sin un trago de vodka antes.
Quizás ha sido el hecho de su voz, y de sus brazos.
Quizás ha sido el hecho de que parece perfecto.
Pero senti. Senti algo que hacía mucho que no sentía.
Ahora recuerdo...
Mi primer beso, que por tópico que sea, fue con el que más sentí, y no solo cosas puras. Me sentí adolescente, me sentí sucia en ese sótano. Pero me sentí realizada, con esa mariposa en el estómago.
Y luego, luego que fue.
El siguiente fue un beso seguido de un eres preciosa. Y lloré. Lloré por que no me gustaba esa persona. Lloré porque mi segundo beso fue vacío de sentimiento, aunque con el tiempo, los besos con ese alguien se fueron llenando.
El siguiente fue el primer beso de noche. Fue en una habitación de hotel.
Fue en una cama. Y fue un beso de venganza. Fue un beso que teníamos pendiente.
Después fue un beso idealista, pero sin sentimiento. Por eso se acabaron esos besos.
Y tras ese, volvieron a venir los besos sentidos...Ahora bien, ¿sentidos con amor o con amistad? ¿Con cariño quizás?
Y llegó lo que ya no eran sólo besos. Los besos dejaron paso a caricias, y estas les robaron todo el protagonismo.
Y después no hubo nada.
Y después hubo caricias más fuertes, caricias más intensas.
Y ese verano, ese otoño en el que me di cuenta de que un beso ya no significaba nada.
Esos meses en los que hasta las caricias dejaron de hacerte sentir, pero ya no lloraba al darme cuenta.
Y como dice el dicho, valga la redundancia, año nuevo, cosas nuevas.
Así que hubo un beso, que dejó otra vez al resto por los suelos.
Un beso que ya no fue por sentimiento, un beso que aunque sea por estética,ya valió su peso en oro.
Un beso sencillo, pero que me ha hecho pensar en todo esto.
Quizás estoy divagando demasiado.
Pero una cosa esta clara, y es que este beso me ha dado que pensar.

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