Los chicos de mi vida.

He tenido un fin de semana curioso.
El sábado por la mañana estuve hablando con Edu.
Por la tarde,
suena el timbre,
salgo en toalla a abrir la puerta.
Dos besos.
Donde hay confianza, no tiene porque dar asco, pero no hay vergüenza.
¿No pasa nada si me ves en ropa interior, no?
Un vestido, los tacones.
Al autobús que llego tarde.
La fiesta,
Ricardo, Sergio.
En el sofá bromeando, riéndome.
Y después Alberto, sentados,
hablando de Hong Kong, del futuro, de estudios,
compartiendo cachimba.
Planeando fiestas y viajes.
Luego en Huertas,
nuestro bar del billar.
Ara se va y me deja sola.
Probablemente tres de las personas que más me han atraido.
Y relaciones tan diferentes con cada uno.
¿Quien me iba a decir?
Negar. Discutir. Hablar. Reir. Beber. Perderse.
Y poco a poco,
tienes que ir eligiendo,
elegir aunque sea para un momento.
Elegir incoscientemente.
Y acabas caminando a las 5 de la mañana de la mano por Lavapies.
Y por la noche hace frío,
y por la mañana hay sueño.
Todo cambia en un momento,
porque las cosas no se esperan.
Drumroll. Pulso y respiración, no?
Y por la mañana hay llamadas, conversaciones, dudas, verdades.
Hay dolor y hay pensamiento, hay amor y desamor.
Hay tantos interrogantes planteados, que no puedes parar sin intentar responderlos.
Y los nudos de cariño son difíciles de deshacer,
y los nudos de amistad lo son más.
Y por la tarde hay una última conversación,
que cierra este par de días,
otro chico de mi vida.
Quedamos, el martes, sí, el martes.
Tenemos media hora para ponernos al día de un año.
Porque realmente ya todos son recuerdos,
y es porque me voy.
Porque los problemas desaparecen,
se nublan porque de todos modos me voy.
Porque recuerdas el cariño y los momentos buenos,
porque te olvidas del dolor y de los malentendidos.

Y aun así, aun así.
¿Qué define cada relación?
¿Cuáles pertenecen al presente, y cuales al pasado, cuales al futuro?
¿Cuántas conversaciones se hacen por recuerdo y por nostalgia?
¿Cuántas cosas se hacen por nostalgia?
¿Cuántas se hacen por esperanza?