miércoles, 7 de abril de 2010

Horarios planeados.

Concentrate.
Solo te pido eso, Carol.
(Sí, estoy hablando conmigo misma, cada vez lo hago más).

Un par de semanas.
O un par de meses.
Que se yo lo que hace falta si no empiezas.
Un ensayo, un par de trabajos.
Eso y te tomas un descanso.
¿Qué descanso?
Si ya no sé si puedo decir que haces o que hago algo joder.
Sí, mucho leer.
Mucho soñar.
Como dice la de filosofía:
"Mucho frufru y poco bulle bulle"
"Mucho te quiero perrito pero pan, poquito"

Venga.
Punto y final. (¿Cuántas veces he dicho esto ya? ¿Qué pasa, que por ponerlo aquí se va a cumplir?)

Hoy hago los malditos climogramas (sí, son aburridos, lo sé.)
Mañana quiero terminado el trabajo de lengua.
Y el jueves el ensayo de filosofía.
El domingo acabado biología.
Y el lunes, martes, miércoles: terminado el proyecto del UWC.
El jueves a descansar, a preparar la entrevista y a relajarme.
El viernes solo tres horas de clase (o ni eso), y a tomarme unas cuantas tilas.
Y joder que ya no hay más tiempo.
Luego ya veré que pasa con todo.
Porque ahora mismo mi calendario acaba ahí.
Es como si fuera mi fecha terminal.
Ese fin de semana es un punto y aparte con mi vida.
O si o no.
Y se acabó.
No es que suela hacer los planes con tanta antelación como para que eso cambie algo.
Un par de cosillas pequeñas igual.
Pero no sé.
Aun así, soy incapaz de pensar en que haré el 20 de abril,
porque a partir del 18, todo a partir del 18 es futuro lejano.
Ese futuro en el que sabré que pasa con mi vida, y volveré a empezar de nuevo.
Hoy...hoy pienso que no.
Hay días optimistas y hay días más negativos.
Hoy ni siquiera he conseguido escribir el título del blog antes de la entrada.
Y es raro, porque llevaba un día muy bueno,
a veces me pregunto si no será que cuanto mejor me lo paso,
más remordimientos siento o algo así.
No sé.
Que rara es la conciencia.
Me voy a hacer climogramas.
De verdad.
Y el jueves iré a Francés.
Y no tengo sueño.
Así que tras esos climogramas, me acabo Pedro Páramo.
Y después...
(que planificadora estoy hoy, sí)
El coronel no tiene quien le escriba.
Vale, me voy a comprar un diario y empezaré a ahorraros estos rollos.

Odio cuando no escribo nada que salga de mi vida, de mis sentimientos...
Odio cuando dejo historias a medias,
y todavía tengo "Caos" a completar.
Y un nuevo personaje en busca de historia en mi cabeza.
Todavía no le he puesto nombre.
Quizás no lo tenga.
Sí, es lógico.
No recuerda su nombre.
Ella...se hace llamar Madame Lenina.
Lenina fue su primer nombre, cuando leyó Un mundo feliz.
Antes no había encontrado ningún otro que le gustara.
Descubrió quien era Lenin bastante después.
Por si todavía lo dudabais, la inspiración literaria de querer un Madame delante,
viene de Flaubert.
Oh dios. Escribo guiones tipo telegrama para mis historias.
Es un poco triste.
Si tan solo consiguiera terminar una.
Igual es que están formandose, sí.
Eso me digo a mi misma.
Que son los ingredientes...
Los estoy metiendo a la olla a presión,
y a ver que sale cuando explote.

Ya os iré hablando de Madame Lenina.
Quizás vaya cambiando de nombre,
después de todo,
nadie la conoce.
Ah, no os lo había dicho.
No se acuerda de la última vez que salió a la calle.
¿Qué por qué no sale?
No es asunto vuestro.
Ella sabrá.
Quizás debería,
ya que suelo hacerlo así,
empezar a escribir hablando con el lector.
Después de todo, es una manera rara.
Si la retoco, la arreglo, la pongo "mosna".
Quizás podría llegar a ser algo.
Igual lo intento.
Ay, que ganas y que creatividad tienen las personas,
pero..."que poco bulle bulle".
Que cuando hay que trabajar,
se nos va todo a la mierda, eh?
Eso de hacer todo sin esfuerzo no funciona.
O funciona muy rara vez.

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