martes, 2 de febrero de 2010

El baile

Como ya he dicho en más de una ocasión,
pienso que escribir de sexo y escribir de política
son las dos cosas más difíciles a las que me enfrento,
hablando, claro, en términos de literatura.

Hoy he visto un orgasmo en una obra de teatro.
El montaje de la obra era brutal.
Y esa escena, única.
La actriz, magnífica. El sonido, impresionante.
Debería llenar de calificativos positivos esta descripción.
Igual que digo que me cuesta escribir de sexo,
no quiero imaginar lo que cuesta actuar una escena de sexo.
Y no me refiero a en las películas, la clásica escena entre el chico y la chica.
Eso tampoco es tan complicado de escribir y describir.
Sin embargo. ¿Cómo expresar la pasión?
¿Y la unidad?
Y era ella sola. Y sin tocarse nos ha transmitido un abanico de emociones al público.
Con sus gemidos, con sus movimientos, con su música, con su baile...
Era un libro abierto de emociones.

Y no sólo esa escena. La actriz...
Sabía sentir. Sabía, perdón, hacer que su personaje sintiera.
RABIA. DOLOR. ODIO. CULPA. PLACER. ENSOÑACIÓN. TRISTEZA. DESENGAÑO.
Todo, todo lo transmitía.
Me encanta el teatro.


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