martes, 16 de febrero de 2010

Caete del árbol y levántate.

Ayer mismo, tumbada en tú cama, me pregunté si me iba a doler cuando me cayera en la realidad.
Luego llegué a mi casa, discutí con mis padres y caí redonda de cansancio.
Como alguien me había dicho unos días antes, sin contar algunos momentos había sido un día "echale tipex y echate a dormir".
Y eso hice, echarle tipex no, pero si echarme a dormir.
Esta mañana me he levantado y he notado una sensación rara.
Me había bajado de las nubes.
Que sí, que era muy bonito que todo saliera bien sin esforzarme,
que mis padres estuvieran increíblemente amables,
poder faltar algún día a clase,
y en resumen, que el karma me estuviera ayudando.
Pero todo tiene fin, y unas horas después de preguntarme si me iba a doler,
me caí. Pero no, no duele...
Al revés, hoy me he levantado con ganas de todo.
De aprovechar mi tiempo, de crecer, de madurar, de ayudar, de viajar, de verte...
Me he dado cuenta de que se puede hacer todo organizándote bien.
Y no quiero fallar, a nadie, ni a mi misma, ni a mis amigos, ni a mis padres...

Creo que de ayer a hoy he dado un cambio de esos importantes en la vida de uno.
Muchas veces había hablado con mis padres acerca de dejar de ser "la hija" (no por completo, claro está) y ser su compañera. No una compañera de piso y ya, una compañera de tiempo, cariño, y trabajo.
Porque una cosa no quita la otra.
Y ayer decidí que ya era hora, que era el tiempo de dejar de intentar ser niña a veces y a veces no.
Así que, otra vez: saca las fichas que vamos a apostar.
Millones de cosas en la cabeza: PPE, Trieste, ensayos, Londres, billar,
BI, películas, Relaciones Internacionales, italiano, Alpes, museos, Ulises, teatro...

Todo juntito,
así como si mi persona fuera una olla a presión,
y siento lo vulgar de la comparación,
así como si fuera una olla a punto de estallar,
con todo deseando salir,
para que se cocine uno rico por dentro.


No hay comentarios: