Aunque no es más que el suspiro del frescor nocturno veraniego lo que siente.
Sus manos, desnudas, acomodan su barbilla.
Que da paso a su rostro, desnudo, observando tejados de Madrid.
Pero sus ojos descienden a su pecho, desnudo, todavía erizado del placer.
Su vientre, desnudo, se hospeda en el alfeizar.
Y al mismo tiempo su espalda, desnuda, es acariciada por la suave cortina blanca.
Sus piernas, desnudas, son alabadas por unas manos que las recorren.
Pero sus ojos descienden a su pecho, desnudo, todavía erizado del placer.
Su vientre, desnudo, se hospeda en el alfeizar.
Y al mismo tiempo su espalda, desnuda, es acariciada por la suave cortina blanca.
Sus piernas, desnudas, son alabadas por unas manos que las recorren.
Su entero cuerpo, desnudo, forma el primer modelo arquitectónico.
¿Por qué no hacemos un cuadrado?
- ¿Te importa que me apoye aquí?
- No, mejor coloca tu cabeza en mi barriga.
Cuatro jóvenes tratan en vano de crear un cuadrado con sus cuerpos.
Son las cuatro de la madrugada, y han pasado largas horas de conversación.
La sisha descansa ya en la mesilla.
El carbón se había acabado.
Pero el ambiente todavía expira la compenetración y compañerismo.
La conversación nos hace pensar en películas francesas.
Son las cuatro de la madrugada, y han pasado largas horas de conversación.
La sisha descansa ya en la mesilla.
El carbón se había acabado.
Pero el ambiente todavía expira la compenetración y compañerismo.
La conversación nos hace pensar en películas francesas.
Las risas nos hacen pensar en la juventud.
- Ahora si yo me río, me tiembla la tripa y acabamos riéndonos todos
La juventud en la noche, con filosofía y sexo, con risa y tabaco,
la juventud es.
Es el segundo modelo arquitectónico.
La incertidumbre se advierte en su rostro.
El joven se encamina al avión.
El joven se encamina al avión.
El joven se sienta en su butaca.
El joven coloca su mochila.
El joven coloca su mochila.
-Muchacho, ¿quieres un clinex?
Suavemente caen lágrimas y su rostro,
Suavemente caen lágrimas y su rostro,
aun con duda marcada en las arrugas,
no se inmuta.
Escuecen en las heridas.
Son sal.
Son tequila amargo.
Escuecen en las heridas.
Son sal.
Son tequila amargo.
- No gracias -
Responde sin hacer amago de secar dichas gotas que resbalan.
No quiere borrar sus sentimientos.
No quiere borrar sus sentimientos.
Porque el miedo a un adios, porque el sufrimiento al despedir,
no es algo de lo que arrepentirse.
Y sus arrugas,
Y sus arrugas,
con lágrimas.
Sus ojos, rojizos e hinchados.
Sus mejillas, empalidecidas, aun más por la cercanía de las sombrías ojeras.
Sus ojos, rojizos e hinchados.
Sus mejillas, empalidecidas, aun más por la cercanía de las sombrías ojeras.
Son el tercer modelo arquitectónico.
Habrá más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario