sábado, 8 de noviembre de 2008

¿Un caramelo?

...Y tan solo tienes que caminar, para saber... 

Hoy...voy a hablar de una cosa que pense ayer: 

Supongamos que hay un niño. Un niño que quiere un caramelo. Además, ese niño sabe, que hay un caramelo que puede comerse, pero no sabe donde está. Aquí es cuando aparecen otros dos niños en las mismas condiciones. Y cada uno va a tomar una decisión distinta. 

Uno, llamará a mamá, y mamá le dará su caramelo, o si ella no sabe donde está, otra cosa que lo pueda suplir.

Otro, mirará en sus alrededores, no lo verá (evidentemente, nuestros deseos no suelen estar visibles al principio) y dirá, bueno, pues no pasa nada, no tengo caramelo, y seguirá como si nunca hubiese existido (el caramelo, digo).

El tercero, mirará también en sus alrededores, y tampoco lo verá, pero este no se conformará, y buscará, durante el tiempo que haga falta, y saldrá a la calle para buscarlo, y descubrirá que a los árboles se les caen las hojas en otoño, y que hace frío, además, podrá ver el escaparate de una librería. En ese momento, aunque ya no encuentre el caramelo, no le importa. Ya ha tenido suficiente. 

Me gustaría pensar que....soy el tercer niño, creo que lo soy. El niño que cuando ve la librería se queda anonadado, y pasa del caramelo, porque tiene algo mejor.

Por esto repito lo que dije el otro día: nunca se puede soñar demasiado, pues son los sueños quienes nos dan valor, quienes nos hacen sabios,  quienes provocan que luchemos, que nos arriesguemos....Son los sueños, los que nos hacen ser personas.

No hay comentarios: