viernes, 13 de agosto de 2010

Que el corazon no se pase de moda.

Llegué a casa.
Me quité la falda, el tanga y me puse la camiseta larga.
Es horrible que todo eres tú, mi mesa, mi ducha, mi olor, mi habitación, las fotos, los libros.
Pero estoy empezando estos cuatro meses con una pequeña sonrisa.
Nadja.

Compré un helado y alquilé dos comedias (una romántica, aunque inglesa).
Y me dispongo a intentar no hacer locuras, cuidarme y ser feliz.
Es una promesa.

Cualquier cosa que me haga pensar en ti me llena los ojos de lágrimas.
Pero prefiero pensar que son cuatro meses.
Y que por una parte, es lo suficientemente poco como para no estar horriblemente triste,
y por la otra, es lo suficientemente largo como para no poder permitirme el pasarmelos llorando.

En el aeropuerto pense que no iba a ser capaz de aguantar.
Me daban ganas de todo menos de vivir la vida que me espera ahora.
Cualquier cosa, dejar de comer, dejar de respirar.
No sé.
También cosas más optimistas, un vuelo a Gotemburgo y ponerme a trabajar,
leer y trabajar.
Vivir contigo.
¿Qué más necesito además de ti?

Es tan diferente como pienso ahora a hace unos meses.
Quiero viajar y leer.
Siempre.
Pero que bonito suena una vida compartida.

Ya no sé ni que escribo, solo que te amo.
Y que voy a intentar que el desgarro que siento no vaya unido a tu recuerdo.
Voy a intentar que cada recuerdo sea una sonrisa y no una lágrima.

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