miércoles, 7 de julio de 2010

La antibelleza.

Termino completamente curioso.

¿Qué es la belleza?
¿El canon o el anticanon?

Pensemos ejemplos de ambos lados.

Canon actual. Mujer.
Alta. Delgada. Dentadura blanca y perfecta. Ojos claros. Piel suave. Ciertas curvas.
Quizás Scarlet Johansson se acerca al Canon.
Paltrow puede que también.

Alejemonos.
Vanessa Paradis.
Dientes separados. Pelo seco. Bajita. Extravagante.

¿Qué sugiere cada una?
Quizás sea el mismo prejuicio el que me llevaría a interesarme muchísimo antes por la tercera.
Las primeras me aburren.
Mismo caso de siempre.
No me haría gracia tocar esas curvas.
Por perfectas que sean.

Vayamonos al lado masculino.

Aston Kutcher. Uno de esos morenos de Hollywood cuyos nombres ni siquiera puedo recordar.
Si me besara con uno de ellos se me acabaría olvidando.

Dame la posibilidad de un beso con Sartre. Y no podré hablar de más imperfecciones.
Dame la posibilidad de una caricia de Sabina.
¿Belleza?
La belleza está donde la buscas.
Y sobretodo, es mental.
No me excitaría Aston Kutcher hasta que fuera fisicamente.
La idea de una relación con Sartre.

Solo leer Memorias de una joven formal e imaginarle en los jardines de la Sorbona me vuelve loca.
Y hasta Beauvoir veía sus imperfecciones.

Y así es como donde hay diferencia,
para la sociedad suele haber imperfeccion.
Para mí ahí encuentro la perfección.
La perfección es que algo me interese.

Y me gusta la gente zurda.
Quise ser pelirroja.

Adrien Brody, con su nariz impresionante y su pequeña altura está con una de las tías más adecuadas al canon que existen.
Impresionante la diferencia no.
Y Aston Kutcher (volvemos a él) está con una tía veinte años más mayor que él, que aunque alguna vez pudo ser canon, ahora mismo podría apuntar a edades anteriores y se acercaría más a su pareja de película.
Así funciona el mundo.

La diferencia para mi hace la belleza.
Y El grito es un cuadro muy bello.
Los cuadros oscuros de Goya, Picasso.
El renacentismo no me fue.
No me va.
Dejen los canones para el resto.
Que yo me voy a por las diferencias.

Joel...¿me entiendes un poco mejor ahora?
Me atrae la diferencia.
No es que no me importe el físico.
Y así ha sido siempre.
Cuando Darío me gustaba, aquellos tiempos cuando comence a escribir este blog,
él era el distinto. Su nariz era distinta, y me gustaba por eso.
Así ha sido con todos.
¿En tí, qué?
Quizás lo que te haga tan especial es que no necesitas un físico realmente especial para serlo.
Sos surdo, argentino-sueco, lector y poeta, músico que no sabe cantar, niño criado sin las malditas normas que coartan y atan en estos países de ahora, sabes cocinar y coser, te gusta el arte, amas viajar, has viajado, eres independiente, y tu condicionamiento te hace libre.
Juntas tantas cosas, que...tu físico me gusta.
Me gusta como quien mira una escultura griega.
Agrada, es cómodo.
Calma.
Pero me encantan tus manos.
Esas manos de las que te quejas porque están viejas, porque están usadas, desgastadas.
Eso me encanta de ti.
Te da vida.
Me gusta tu cadera.
Tenés razón. Los hombres no suelen tener tanta cadera.
Te hace distinto.
Me gusta tu palidez, esa que teníamos en invierno.
Y creo que ese es un punto que compartimos en gustos.
Y me gustan tus ojeras.
Me gusta cuando te ries y te salen arrugas.
Me gustas así.
Ahora bien, tus labios son perfectos, y también me gustan.
No sé porque escribo todo esto aquí.
Por si alguien no se había enterado de lo que me gusta en ti, debe ser.

2 comentarios:

Luisetex dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luisetex dijo...
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